Dicen que cuando el río suena, agua lleva, y ese refrán bien se le puede aplicar a Alfonso Martínez Alcázar a quien se le acumulan, uno tras a otro, señalamientos de corrupción y es que a la denuncia que en su contra presentó Carlos Torres Piña se sumó Gisela Vázquez López, abanderada del partido TiempoXMéxico a la alcaldía de Morelia. Se debe recordar que también René Valencia Reyes ha señalado la corrupción que hay en la actual administración municipal. Ellos son solamente algunos de los que han denunciado anomalías en el gobierno municipal de Morelia.
Y en su defensa, Alfonso Martínez Alcázar se victimiza y divide a los candidatos por Morelia entre los que en verdad compiten por la alcaldía moreliana y entre los que le están haciendo el trabajo a otros para, según él, atacarlo y a los que calificó de gatilleros.
A como están las cosas, entre los habitantes de Morelia hay miles que no avalan la administración de Alfonso Martínez Alcázar y son ciudadanos, no gatilleros. Y si el Poncho estigmatiza como gatilleros a aquellos inconformes con su forma de gobernar, estos, en todo su derecho, bien pueden calificar a los funcionarios municipales de Morelia, no a los trabajadores sindicalizados, como delincuentes de cuello blanco y de corruptos, que los hay en todas las áreas, como la de Protección Civil donde despacha Francisco Xavier Lara Medina.
En el Mil Cumbres, ni julio regalado ni ventas nocturnas; una tienda de raya
Y como las cosas no solamente andan mal en la política, sino en otras áreas de la administración estatal relacionadas con la seguridad, desde el interior del Cereso David Franco Rodríguez, coloquialmente conocido como Mil Cumbres, brota la voz de uno de los internos que denuncia que ahí “es pura pinche transa” es un negocio de “puro hacer dinero el director –Carlos Iván Martínez Rosas- y su gente”, con la venta de alimentos y otros productos, “el huevo, fíjense, a 90 pesos el kilo”, la manzana “esa fea” a 70 pesos el kilo y la papa 50 pesos el kilo; un rollo de papel higiénico, a 24 pesos; el aguacate a 160 pesos el kilo; una botella de aceite corriente, que no es ni de a litro, “60 pesos la botellilla”. Y denuncian “acá es puro robar y díganle al Alfredillo –Ramírez Bedolla-, ese que tenemos de gobernadorcillo que si esa es la Cuarta Transformación, puro robar, puro robar, puro robar, pura bola de canijos”.
Hasta ahí el audio, y habría que pedirle a Ignacio Mendoza Jiménez que investigue porque allá en el Cereso Mil Cumbres no hay ni julio regalado ni ventas nocturnas, y sí, en cambio, una tienda de raya que enriquece a modernos terratenientes –funcionarios- que están haciendo su agosto.
