- Voladores de San Pedro Tarímbaro, una tradición michoacana reconocida por la Unesco
- Cumple 15 años de haber sido nombrada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Morelia, Michoacán, 29 de junio de 2024.
Michoacán cuenta con sus propios voladores y este día esta tradición celebra sus primeros 15 años con el nombramiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad otorgado en 2009 por la Unesco.
Nos referimos a los voladores de San Pedro Tarímbaro, una localidad de Tlalpujahua, quienes este 29 de junio subirán al cielo para celebrar la danza del volador de Tarimangacho, y acercar a las nuevas generaciones a la ancestral tradición de raíces prehispánicas.
De acuerdo con la Secretaría de Turismo de Michoacán (Sectur), que encabeza Roberto Monroy García, en esta ceremonia que une al pueblo, se observa a los cuatro voladores representar los puntos cardinales, surcando lo terrenal y lo divino.
Además, los acompaña el caporal, quien toca la flauta o el tambor sonorizando la ceremonia dedicada al santo patrón San Pedro Apostol; el caporal va en la punta del mástil, emula al centro de la Tierra, mientras que su descenso representa a la lluvia.
Los cuatro hombres pájaro danzan por el cielo mientras que el pueblo, los turistas y visitantes, con la mirada al cielo, admiran la festividad. Ellos visten con pantalón y chaleco rojo, camisa blanca con cintas de colores y un tipo boina tricolor.
Esta vestimenta hace referencia al pájaro carpintero, que es considerado como el guardián de los bosques.
La ceremonia de los voladores de San Pedro Tarímbaro comienza con la selección del árbol adecuado, con una altura de más de 20 metros y gran grosor, el cual será transportado con ayuda de toda la comunidad, hasta la iglesia de San Pedro.
Ya en el cielo, los hombres pájaro dan gracias al sol por los bienes recibidos, las lluvias, la familia, las cosechas y los favores otorgados. Durante el vuelo, los cuatro hombres dejan caer su cuerpo, el cual está sujetado por una soga a la cintura, haciendo que la gravedad los atraiga a la Tierra, hacia sus raíces, con las manos extendidas para recoger las bendiciones. Ellos dan alrededor de 40 vueltas, con un vuelo que no dura más de cinco minutos.